Entre 1916 y 1917, tres niños pastores — Lucía, Francisco y Jacinta — relataron apariciones del Ángel de la Paz y de una señora que se identificó como la "Señora del Rosario". Ella les confió tres secretos: una visión del Infierno junto con un llamado a la devoción al Inmaculado Corazón de María; una predicción del fin de la Primera Guerra Mundial, el inicio de la Segunda y la solicitud de la consagración de Rusia; y una visión de un “obispo vestido de blanco”, interpretada como el atentado contra el Papa Juan Pablo II en 1981. La bala que lo alcanzó fue posteriormente colocada en la corona de la imagen de Nuestra Señora de Fátima, como símbolo de gratitud y fe en la protección divina.

Más allá de los mensajes, Fátima se hizo conocida por numerosos relatos de milagros y curaciones, como la recuperación de la vista, la parálisis y otras enfermedades graves. Estos testimonios, sumados al impacto espiritual de las apariciones, transformaron Fátima en uno de los destinos de peregrinación más importantes del mundo.